Hace 21 años ya, Vampiro me hizo gay. Bisexual, concretamente, pero sobre todo gay. Muy gay.
Con 11 años descubrí los juegos de rol de forma poco habitual, por cuenta propia. El concepto, aunque en mi mente acostumbrada a juegos de mesa y otras formas lúdicas concretas no estuviera del todo formado, me resultó fascinante. Fueron dos años de experimentación algo atolondrada, sin un guía que me hablara de los diferentes juegos de rol que ya existían, de las ambientaciones y mecánicas que eran algo más que la mezcla de Pokémon, Final Fantasy VIII y Diablo 2 que jugábamos en mi mesa infantil. Fueron dos años entretenidos, no obstante.
Y entonces llegó Vampiro.
Bueno, en realidad llegó internet a mi casa. Por primera vez no dependía de la amabilidad de amigos y parientes que me prestaran sus ordenadores, ni tenía que gastarme un dineral un ciber que olía a sudor y a fritos. Podía navegar a primera hora y a última (si mi madre no se enteraba) y podía descargarme cuanto quisiera. ¡Era 2003 y todavía funcionaba el Kazaa!
Lo primero que cayó fue música, porque aún no sabía que alguien escaneaba manuales de rol y los subía a internet. Ya por entonces contaba en mi haber un archivo .hlp con el Manual del jugador de AD&D 2ª y un .doc con la Guía del Dungeon Máster. Por más que leía las reglas no tenía ni idea de cómo se jugaba (a día de hoy todavía no entiendo el GACO… ni a las mentes preclaras que decidieron hacerlo todo al revés), pero el contenido me resultaba alucinante y podía pasarme horas leyéndolos solo por el placer de hacerlo.
A día de hoy, cuando escucho t.A.T.u. pienso en AD&D 2ª, en Rath y Delsenora, en el clérigo y el guerrero y los hombres rata.
(Escuchaba t.A.T.u.. Claro que escuchaba t.A.T.u.. He dicho que Vampiro me hizo gay, pero no he dicho que me hiciera gay de la nada).
Los dos caballos del Apocalipsis sáfico de 2003 en mi casa, este disco y el vídeo Me against the music de Britney y Madonna.
Al fin llegué, o más bien me llevaron, al foro interpretativo de El Rincón del Vampiro. Yo ya conocía la página, porque en mi periplo internáutico había mirado por encima sin entender demasiado. ¿Clanes? ¿Clanes Antitribu? Menuda movida más rara.
Pero esta vez contaba con un guía y algo de experiencia, y sabía que Vampiro tenía manual y podía encontrarlo. Me arrojé al Emule y me pasé una tarde entera, hasta bien entrada la madrugada, para descargarme el libro.
La configuración de mi escritorio, que ahora llaman setup, exigía que conectase el ordenador al interruptor sobre mi cama, lo que imposibilitaba que pudiera irme a dormir y dejarlo descargando. Podría haber pausado la descarga y haber dormido, ¿pero quién en su sano juicio habría hecho eso? Al estilo del Emule, me juraba que solo faltaba una hora, y daba igual que llevara tres diciéndome lo mismo: ver subir una barrita era hipnótico y yo no podía irme a la cama sin abrir ese manual.
Todo el mundo sabe que si te quedabas mirando la barrita se descargaba más rápido.
A las dos y pico el archivo terminó de procesarse y pude por fin leerlo aunque fuera en diagonal. Era diferente. Diferente a AD&D, quiero decir. Este libro era sexy. En mi casa no había lecturas prohibidas, así que no es que me escandalizara. Me estimulaba. Era un juego de temas adultos y objetivos difusos, o menos claros que los que ofrecía AD&D. La diversión emanaba de la mera emulación, algo que para mí resultaba más atractivo e interesante que un juego de aventuras porque se parecía más a los ensayos narrativos que habían sido mis historias de Barbies y Actionmanes, o las sagas larguísimas a la hora del recreo, de Lara Croft y el Power Ranger amarillo contra Heihachi.
Quería sentir lo que sentía un vampiro, el poder y la angustia existencial. No sé si era una treceañera un poco rara.
Creé un personaje Toreador, que desde el principio fue mi clan favorito. Ya había leído Entrevista con el Vampiro (por recomendación de mi guía rolero, me parece) y el rollo de monstruos hermosos y torturados me iba muchísimo. Claudia Thomasson, recién llegada a la Tercera Ciudad en busca del asesino de su sire y amante, se materializó poco después.
Si no recuerdo mal, le puse este avatar de entre los que había para elegir en el foro, todos sacados de libros de Vampiro. Esta es Elsa Linden, aunque no lo he sabido hasta hace unos meses. Me enorgullece decir que mi primer pj solo tenía Apariencia 3.
Paren las rotativas. He dicho que Vampiro me hizo gay, pero quizá fuera más justo decir que Changeling me hizo gay. Si algo puede lograr un juego sobre hadas es precisamente eso, ¿no? Pero, ¿a qué viene lo de Changeling?
A principios de los dos miles, hubo una explosión de foros narrativos gracias a la plataforma gratuita Miarroba. Seguro que hubo más foros que los que yo conocí en aquella época, muchos más. Me suenan Nueva York Nocturno, Barartro y alguno más cuyo nombre no me sale. Yo quería jugar a todo y no tenía grupo fijo (ni maduro), así que me apuntaba a un bombardeo. Pero el primero, aparte del Rincón del Vampiro, fue el Ducado de la Rosa de Hielo.
Llegué a él porque me metieron en una multiconversación de Messenger (a estas alturas, los zetas que están leyendo esta historia ya han bostezado tres veces). Éramos gente que jugaba en El rincón, pero algunos también lo hacían en Rosa de Hielo. No tenía ni idea de que existía un juego sobre hadas y de primeras no me interesó demasiado, pero hablaban sobre La Cosa Que Había Pasado muy excitadamente. Cuando pregunté, me dieron entre jijis un enlace que me llevaba a un foro más brillante y un poco más feo que el del Rincón, con símbolos que me eran desconocidos. La escena arrancaba con una chica con foto de anime que estaba muy triste y con otra, una mercenaria de corazón frío, que por algún motivo se acercaba a consolarla.
A los pocos post supe qué era La Cosa Que Había Pasado. Mis mejillas se encendieron como semáforos y me descubrí leyendo del tirón 6 páginas enteras de lametones, besos, caricias, sexos húmedos y agarrones de nalgas. Así que esta era La Cosa, la escena más visitada de todo el foro y que continuaría en el podio durante los dos o tres años que duraría este. Era una escena de sexo entre personajes femeninos, de romance sorpresivo, con demasiados puntos suspensivos y alguna que otra falta de ortografía.
Hago otro inciso.
Yo ya tenía cierta noción de que el rol podía contener este tipo de temáticas, y no por Vampiro, sino por AD&D 2ª. Los que rondéis o superéis mi edad quizá recordéis una guía infame sobre sexo en D&D que precedió al bastante más aceptable Book of Erotic Fantasy: La guía completa del conocimiento carnal. Este manual introducía mecánicas de atracción, satisfacción en relaciones, ITS, embarazo, conjuros sexuales y reglas generizadas como “la maniobra Bobbit” o “la regla de la perra” (sigh). Lo leí antes que Vampiro como otros libros de AD&D, con la curiosidad divertida de la preadolescencia y sin mucho interés en aplicar nada. Sin embargo, al final se recogían varias historias del sexo, el romance y la afectividad aplicados a la narrativa del juego, y la que mejor recuerdo era en la que un jugador contaba el viaje de autodescubrimiento de su aventurera, que había ligado con una camarera y había terminado derrotando a una malvada dominatrix que había tratado de esclavizarlas a ambas, un poco al estilo de la reina Gedren en Red Sonja.
A mí me molaba Gedren, pero es que me pirran las señoras poderosas con cicatrices. Es que a quién no le va a gustar, miradla.
La escena “Contando las horas” era, no obstante, la primera vez que había visto cómo se desarrollaría un romance de este estilo. El estupor, la curiosidad y el morbo que generaba, y también la aceptación porque jugar con hadas es bastante gay después de todo, así que qué esperabas.
Me uní al foro casi de inmediato aunque Changeling el Ensueño era conceptualmente más complejo que Vampiro (y el libro pirata estaba mucho peor escaneado…). Pero seguí en el foro de Vampiro y pocas semanas más tarde, mi personaje se fue de fiesta con otros miembros de su Clan y, como quien no quiere la cosa, acabó enrollándose con una compañera, una modelo cabezahueca que ni Claudia ni yo encontrábamos demasiado atractiva y que sin embargo se volvió la catalizadora de una reacción que llevaba tiempo fraguándose.
Sabes, yo ya sospechaba que era algo gay. No sabía en qué proporción o cantidad, ni si eso invalidaba mis sentimientos por mi guía rolero o por un compañero de clase, o por el mejor amigo que haría pronto y casi que gracias a su sensibilidad a la hora de apreciar Contando las horas.
Escuchaba t.A.T.u. y no era debido a una pasión desenfrenada por el pop electrónico ruso.
Era terriblemente fan de Xena.
Mis sims mujeres tendían a enamorarse y vivir juntas sin un motivo concreto, un poco como cuando un colega que aún no había salido del armario me contó que el sim que era su padre se había enrollado con Homero Lápida.
Sentía cosas, muchas cosas, por algunas chicas de mi clase y por mi mejor amiga.
Por supuesto que mi personaje se lió con una tía al mes de empezar a jugar. Estaba destinado a ocurrir en un medio en el que tratas de imaginarte, con casi total libertad, otros túes en otras situaciones. Hay quien aprovecha para amasar riqueza imaginaria o llevar una coraza con escote aunque sea absurdo e impráctico, y hay quien prueba a ser o a amar a una mujer y descubre que eso se siente tremendamente bien.
Vampiro me hizo gay porque decirlo es gracioso, pero no es nada que no intuyera ya. Vampiro, el rol, me permitieron probar a vivir mi verdad en una época y entorno en la que me habría sido imposible de otra forma. Tardaría cuatro años en besar a una chica y sentir que era un beso de verdad, no un juego de la botella en el que las bocas ajenas huelen a pipas y a desagrado. Tardaría todo ese tiempo en ser capaz de escribir historias protagonizadas por sáficas sin sentir la necesidad de ocultarlas bajo subtexto. Pero, leches, ¡por lo menos lo sabía! ¡Por lo menos había podido ensayar lo que sería!
Somos muchas las personas que adoramos jugar a rol por motivos artísticos o personales. Yo lo adoro, además, por funcionar como caja de arena de la identidad, del autodescubrimiento. Los ruedines para aprender a ser. Y sé que no soy la única.
Aunque Rosa de Hielo fuera borrado en una debacle internáutica, aún conservo Contando las horas en un resquicio del disco duro…
Rocio
01/11/2025 17:17